Después de mi primer experiencia como triatleta, lo único que quiero es más y más. Estoy ansioso en que llegue la próxima competición (18 de junio, 15:00 a 16:00).
Mientras salían los primeros atletas de gorro naranja, entre los que se encontraba mi compañero de club Jaime, mi tranquilidad era asombrosa. Últimos consejos del mister, "Coge tu sitio, tómatelo con tarnquilidad, y sobre todo disfruta de ello. Es el premio del entreno."
Dan la salida y todo marcha bien alguna patada, un colega que no para de darme brazadas encima de mía, también comienzo a tomarme algunos tragos de agua del pantano. Al tiempo, y no antes de llegar a la primera bolla, comienza a dolerme la tripa. Esto me descoloca, tengo que cambiar la respiración, y hace que pierda mi concentración en la técnica. Incluso durante algunos segundos debo darme la vuelta y ponerme boca arriba. Pero enseguida tomo un buen ritmo, recupero mi mejor estado estomacal y recupero puestos. Llego al portón y comienzo a correr hasta la zona de transición.
En la disciplina de ciclismo, tres vueltas a un circuito cerrado. Conservo mis fuerzas en las dos primeras y doy un poco más en la última. Prácticamente solo.
Llega la última transición y comienzo a correr pero en la primera vuelta, prácticamente, vuelven los dolores estomacales. Esto me fastidia doblemente, por lo físico y porque tenía piernas suficientes para darle caña, pero si forzaba, me pasaría algo peor. La segunda vuelta la doy a un ritmo que estaba entrenando, así que muy bien.
Y por fin llego a meta, ahí están mis padres, mi tío y entrenador, a quien le debo el poder llegar a esta meta y su afición y pasión por el triatlón. Esto es lo mejor de todo, sin duda.
A todos ellos, gracias por aguantar esta locura.
Enhorabuena por tu debut, y tengo la impresión que en breve te veré afrontando retos mayores.
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