Cuando uno no siente la presión de completar un maratón con una marca concreta, simplemente de terminarla, de disfrutarla, eso hace que en ocasiones las cosas salgan mejor de lo que esperabas. Relajas tu cuerpo, tu mente y te dejas llevar.
Hacía siete semanas de mi última prueba IM (Challenge Madrid) y las sensaciones no fueron lo que esperaba, al menos para lo que había entrenado. Necesitaba un aliento de posibilidad deportiva. Las primeras semanas de entrenamiento fueron duras, porque a la vez que dejaba descansar y recuperarse a mi cuerpo, ya quería irle metiendo caña para llegar lo mejor preparado a Valencia. Seguí el plan de entrenamiento que tantas alegrías me ha dado en maratones. El plan Dixon. Una planificación adaptada entre los consejos y larga experiencia de mi tío y este famoso triatleta y entrenador Matt Dixon. Consiste en semanas de días rosas (carga) y días azules (recovery) junto con una buena nutrición y trabajo de fuerza. Los esfuerzos son muy controlados y asequibles. Trabaja por tiempos.
Y llegaba el gran día. Los nervios estaban controlados y mi objetivo era disfrutar sin sufrir. Recordando la edición pasada en Valencia, en la que lo pasé muy mal con los calambres, pensé que la humedad y la falta de magnesio podrían ser los culpables. Este año he estado atento y dos semanas antes, en días alternos, tomé un suplemento de magnesio. Y puedo decir que el resultado ha sido muy bueno.
Para no empezar desde cero, un poco de calentamiento y en seguida el pistoletazo de salida. Las 08:30 de la mañana. El tiempo inmejorable: 11ºC y llegaríamos hasta tos 19º C y poco viento. Condiciones ideales para disfrutar de una maratón que se merece la Gold Label en todos los aspectos: acogida, feria del corredor, información, avituallamientos, animación,… creo que no puedo decir nada malo. Es ideal si quieres debutar en la distancia.
Como me había propuesto, me dejé llevar por un ritmo cómodo pero controlado. No quise pecar de hacer los primeros kilómetros a 4:05 como en otras ocasiones y me mantuve en un 04:24. Ahí me encontraba bien, sin sufrir. Me conocía, y sabía que mi ritmo real estaba en 04:30 / 04:35. Pero quería jugar ese riesgo. Los kilómetros fueron pasando.
Cambié la estrategia de la ingesta de los geles. Esta vez, los tomé en km 15, en el km 25 y en el km 35. Y la verdad que fue otro acierto. Psicológicamente, estuvieron en el momento adecuado.
A medida que me acercaba a los 42, el público se apretaba más, empujaba mucho. Un ambiente genial, el que se puede vivir en Valencia. Se te ponen los pelos de punta.
Y por fin, la alfombra azul, los últimos metros. Yo venía celebrándolo desde hace ya un kilómetro antes. Brazos abiertos, arriba, haciendo el avión, saludando a la gente. De todo para celebrar mi 15º maratón.
Pero, es verdad, que la fuerza que trasmite el público es muy importante. Marta a pie de calle, la familia y amigos desde Aranjuez. Todos empujan. Muchas gracias por estar y poder compartir estos retos con vosotros.
Próxima parada los 10 km de Aranjuez.
Saludos.
Gracias por pasarte.
Eres un grande, felicidades
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