miércoles, 19 de noviembre de 2014

CRÓNICA MARATÓN DE VALENCIA

- “Se te ha ido de las hands.”
 - “Estás loquito.”

Eso es lo que me decía mi tío y mi prima cuando les dije, que estaba en Valencia para correr la maratón.

  Solo había pasado un mes y once días desde el Ironman de Barcelona. En condiciones normales, no es el tiempo de recuperación entre una prueba y otra. Pero también entiendo que no yo estoy dentro de los “normales” de este mundo.

  La verdad que tengo que confesar que fue Carlos Ramírez el que me terminó de convencer, al verle terminar el maratón de Frankfurt. Entonces fue cuando perdí los papeles, las carpetas y todo.

  Me quedaban dos semanas y media. La preparación fue muy básica, muy básica. El tiempo era limitado y solo quería coger resistencia para terminar la prueba. Dos salidas de una hora y media y el resto de días 30 min., 45 min. y 60 min. de carrera continua con algunas aceleraciones y algún cambio de ritmo, para activar las piernas. El resto, del entrenamiento, confiaba en el plan que había llevado durante el año.

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  Y allí nos encontrábamos, de nuevo, ante la salida de un nuevo reto a superar. La piel, como siempre, de gallina cuando dicen que quedan pocos segundos para dar la salida.

  Las condiciones me parecieron perfectas. Día soleado, calor desde el principio de la prueba, algo de viento en algún tramo, pero poco más. Un circuito muy llano, para hacer marca personal.

  De la organización no puedo decir nada malo. Perfecto. Avituallamientos completos, con muchos voluntarios, todo muy bien indicado. No faltó de nada.

  Cambió el recorrido respecto al año 2012, cuando lo corrí la primera vez, y puedo decir que mucho mejor, más animado y más arropados por el público.

  La estrategia, si es que se puede tener una durante 42km, era ser lo más cauto y regular posible. Además no me encontraba en las condiciones idóneas para arriesgar. Venía como cuando vas a los exámenes y solo has estudiado el día anterior.

  Y así fue, mantuve la calma y supe guardarme fuerzas para el famoso muro, que me vino entorno al km. 34. Tenía que estar engañando a la mente con metas pequeñas y animando a los compañeros de asfalto que se iban quedando por el camino.

  Pero al fin, puede ver como la gente se arremolinaba cada vez más, se hacían pasillos humanos de gritos de apoyo. Y la recta de meta sobre las aguas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, estaba al alcance de mis ojos. Una auténtica pasada. Pude disfrutar muchísimo de ese momento y de toda la carrera. Es difícil de explicar si no lo vives. Te vienen a la mente todo el esfuerzo y todos los entrenamientos de este año, todas las personas.

  No puedo terminar sin dar las gracias a todos los que habéis estado pendientes todo el fin de semana. La gente de mi club; el Triatlón Tres Cantos, grandes personas. Mi compañero y gregario M.A. Fournier. A Dastin por su apoyo y por prestarme la tecnología en esta carrera. A mi familia, los que nunca dejan de gritar, a pesar de estar a 300 km de casa. Y a todos los que con cariño me habéis demostrado vuestro interés. Pero muy especialmente a mi compi, a Martita, por acompañarme en estas locuras, por emocionarme y emocionarse con verme llegar a meta. Gracias.

  Chuck Norris nunca se rinde. Nos vemos en el próximo reto.
  Saludos y gracias por leerme.

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