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Entre los que se estaban tomando sus copas, celebrando las fiestas de Las Negras, unas dieciocho personas nos disponíamos a disfrutar de esta prueba rural.
La salida, tranquila y con el bloque casi compacto hasta la primera curva, donde nos desmarcamos un grupo de cinco personas. Subimos la rambla desde la casa de La Paloma hasta la depuradora. El suelo era de playa y el viento azotaba y hacían difícil correr. Me protegí detrás de uno de los que iba en el grupo, a modo de ciclismo, chupando rueda. Mi estrategia consistía en no enseñar mis cartas muy pronto. Prefería que ese ritmo lo matuviéramos, iba cómodo.
Para cuando llegamos a la depuradora solo quedábamos tres. Conocía el terreno y sabía que ahora tocaba una senda estrecha, rocosa y con pendiente. Y aquí fue donde decidí enseñar la patita un poco, ver si se fragmentaba el grupo o no. Llegamos los tres a la zona del parking, en la cota más alta, pero ya con mantenido arreó que pasó factura. En la bajada de regreso a Las Negras, solo quedábamos Juanillo y yo, vimos como nos alejábamos y alargamos la zancada para ir tomando distancia.
En muy poco tiempo, estábamos encarando la última senda que corrimos a 4,10 min/km y dejando en el olvido a nuestro tercer compañero.
Llegamos escoltados por la policía local de Nijar a la línea de meta, disfrutando de ese momento y compartiendo la victoria.
Después de discutir quién poníamos primero y quién segundo, recibí mi segundo trofeo de campeón Las Negras.
Siempre que se puede cruzar la línea de meta es motivo de alegría, de haber completado otro más, pero además si es de este modo, mucho mejor. Entrando con un amigo mano a mano. Con Marta, Tigre y todos los amigos allí animando.
Una bonita tarde rodeado de amigos y haciendo la que a uno más le gusta.
Próxima parada Challange Madrid (Ironman) 24 de septiembre
P.D.: Dedicado de forma especial a mi padre. ¡Pura fuerza!
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